Por Ariel Guarco
En un contexto mundial de precarización laboral y desigualdad, son los jóvenes los que más sufren esta realidad crítica: el 22% no trabaja ni estudia, según datos de la Organización Internacional del Trabajo. Hoy se estima que el 61% del trabajo mundial es informal y el sistema económico se orienta a profundizar las inequidades con el uso de las tecnologías y las plataformas.
Aún más allá de la pandemia, se prevé la destrucción de millones de puestos de trabajo en los próximos años merced a la digitalización e incluso la robotización de muchos procesos de producción.
Entretanto, la llamada economía de plataformas ofrece en líneas generales una inserción precaria a las nuevas generaciones y opaca la proyección vital de millones de jóvenes de aquí para adelante.
En este escenario, construir un modelo alternativo basado en la ayuda mutua, la responsabilidad, la democracia, la igualdad, la equidad y la solidaridad, es posible y forma parte de los debates internacionales sobre el futuro del trabajo.
El modelo cooperativo, con casi dos siglos de trayectoria en todos los continentes, tiene probada eficacia en crear trabajo decente y es la herramienta más útil para poner en pie a las miles de empresas que han caído y seguirán cayendo, a la vez que es un paradigma de trabajo asociado y sostenible en nuevas profesiones vinculadas, precisamente, a la era digital.
“Los trabajadores se unen y desarrollan sus propias plataformas. Estas cooperativas aprovechan las oportunidades de las nuevas herramientas digitales al tiempo que sitúan los intereses de sus trabajadores-propietarios en el centro del modelo de negocio, demostrando así que el control democrático y el éxito de la empresa pueden ir de la mano”, afirma un reciente informe de Cicopa, la organización mundial de cooperativas de trabajo y de producción, que es parte de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI).
Casos locales e internacionales
Hay varias experiencias que sustentan esta visión. En Argentina se fueron creando desde inicios de este milenio varias cooperativas formadas por profesionales de las tecnologías y la comunicación. En 2012, constituyeron una federación, Facttic, que es hoy un ejemplo de integración cooperativa a nivel mundial en el campo de las TIC. La organización cuenta ya con 30 empresas y 450 asociados que ofrecen sus servicios al mercado interno y al exterior, basados en el software de código abierto.
En Suecia nació hace tres años Collective Tools, que ofrece en todo el mundo las herramientas que solemos utilizar en la nube para organizar nuestro trabajo diario, adaptándolas a la necesidad de cada usuario y asegurando al mismo tiempo el respeto por la privacidad de los datos. “En la cooperativa de plataforma usted no es solo un cliente, sino también un miembro de la cooperativa y tiene voz en el funcionamiento de la empresa”, invitan.
Es la misma filosofía que estructura a Resonate, una plataforma musical cooperativacon una membresía múltiple: artistas (45%), oyentes (35%) y trabajadores (20%), o de StocksyUnited, que proporciona almacenamiento de fotografía y video a mil fotógrafos que son sus propietarios y miembros.
Este modelo de organización del trabajo resulta vital, además, en rubros fuertemente feminizados y donde a la necesidad de trabajo decente se suma la lucha por la equidad de género. El camino en este caso lo marcan empresas como Up&Go, que ofrece servicios de limpieza a demanda organizados por cuatro cooperativas de trabajadoras, con sede en Nueva York; oEqualCare, una plataforma para servicios de cuidados, también integrada por múltiples partes interesadas, incluyendo a cuidadoras, trabajadoras sanitarios y usuarios.
Union Taxi, en Denver, y PDX Yellow CAB, en Portland,son ejemplos de cooperativismo en la movilidad urbana, donde otro tipo de firmas operan deslocalizadas del territorio e incluso bordeando la ilegalidad. En el caso de la cooperativa, el conductor mantiene la propiedad y el control del negocio.
En similar sentido, los miles de jóvenes que pedalean todo el día para hacer entregas a domicilio lo más rápido que pueden y así agradar a un algoritmo que desconocen, también tienen su alternativa cooperativa.
CoopCycle, nacida en Francia, extendida a España y próximamente en nuestraregión –a través de una alianza con Facttic-, es la primera herramienta democrática y autogestionada que permite a trabajadores y trabajadoras de reparto, organizados en cooperativas, mejorar sus condiciones laborales. Se trata de un software de código abierto al servicio de los comercios y de los consumidores pero que protege, fundamentalmente, los derechos de quienes trabajan.
Para abrigar a todas estas experiencias y seguir impulsando a los trabajadores a organizar sus propias plataformas, se creó PlatformCooperativesNow, un espacio de capacitación, intercambio y sinergia entre investigadores, activistas y asociados a las cooperativas existentes. Desde allí se busca seguir extendiendo la presencia cooperativa en el campo de la economía digital.
“Estas plataformas cooperativas abiertas, democráticas, transparentes y con el compromiso de ofrecer condiciones de trabajo decentes pueden convertirse en empresas testigo que orienten las posibilidades del conjunto de la economía digital”, augura el informe de Cicopa.
En 2019, al celebrarse el centenario de la OIT, firmé como presidente de la ACI un memorando de entendimiento con su director general, GuyRyder. Ambos coincidimos en que las cooperativas son verdaderas incubadoras de las formas laborales necesarias para asegurar el trabajo decente en los próximos años.
Te puede interesar:
Hoy, ante nuevos desafíos marcados por la necesidad de trabajo decente, de equidad de género y de respeto por los derechos de quienes consumen, una vez más las cooperativas pueden marcar el camino.
Ariel Guarco. Presidente de Cooperar y la Alianza Cooperativa Internacional