El Papa Francisco junto a Christine Lagarde. Crédito: Urgente24.
Fue a través de un documento de 34 puntos en donde además critica fuertemente al sistema financiero internacional.
El 17 de mayo el Vaticano difundió un documento bajo el nombre “Aspectos económicos y financieros”, el cual cuenta con la aprobación del Papa Francisco y la firma del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (DSDHI), donde califica a la economía global de “inmoral” al hacer hincapié en las firmas off shore.
“El mundo de las finanzas off shore, a través de los ampliamente difusos canales de elusión fiscal -la evasión y el lavado de dinero sucio- constituye otra razón de empobrecimiento del sistema normal de producción y distribución de bienes y servicios”, asegura el documento, y agrega que “es difícil discernir si muchas de estas situaciones del mercado offshore dan lugar a casos de inmoralidad próxima o inmediata:
es ciertamente evidente que tales realidades, donde substraen injustamente linfa vital a la economía real, difícilmente pueden encontrar una justificación, ya sea desde el punto de vista ético o en términos de la eficiencia global del mismo sistema económico”.
Además, el texto de 15 páginas señala: “En la actualidad, más de la mitad del comercio mundial es llevada a cabo por grandes sujetos, que reducen drásticamente su carga fiscal transfiriendo los ingresos de un lugar a otro, dependiendo de lo que les convenga, trasladando los beneficios a los paraísos fiscales y los costos a los países con altos impuestos”.
A su vez, el documento es sumamente crítico con el sistema capitalista y califica de “ingenua” la “confianza en la autosuficiencia distributiva de los mercados” planteando la necesidad de una “adecuada regulación” que atienda, de manera preferencial, la situación de “los más vulnerables”. Por consiguiente, el Vaticano aboga por una mayor transparencia dentro del mercado.
El organismo pontificio critica también a los “fondos de inversión” que “intentan obtener beneficios mediante una especulación encaminada a provocar disminuciones artificiales de los precios de los títulos de la deuda pública, sin preocuparse de afectar negativamente o agravar la situación económica de países enteros”. En esta dirección, la Iglesia condena las “conductas inmorales” de los representantes del mundo financiero que operan “más allá de toda norma que sea la de un beneficio inmediato, chantajeando a menudo desde una posición de fuerza también al poder político de turno”.
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A lo largo del documento el Vaticano critica a la libertad económica sin límites, asegurando que es proclive a generar “formas de oligarquía” y que la supranacionalidad de los agentes económicos y la “volatilidad” del capital manejado generan perjuicios en la sociedad. Entre sus principales consecuencias se ve afectada “la función social insustituible del crédito”, y en sentido rescata y alienta las “realidades como el crédito cooperativo, el microcrédito, así como el crédito público al servicio de las familias, las empresas, las comunidades locales y el crédito para la ayuda a los países en desarrollo”.
Esta no es la primera vez que el Vaticano cuestiona el sistema financiero en contraposición con la promoción de la economía solidaria. El mismo Sumo Pontífice, en un encuentro en Roma hace dos años y medio, alentó a las cooperativas a proponer soluciones “para la gestión de los bienes comunes, que no pueden convertirse en propiedad de pocos ni objeto de especulación”.