“Punto de Paz”, la historia del restaurante que presos y víctimas de la inseguridad montaron en la cárcel de Batán

"Punto de Paz” fue inaugurado el pasado 3 de septiembre en la cárcel de Batán.
El lugar surgió a partir de una iniciativa de la cooperativa de trabajo Liberté, conformada por internos, y la organización Víctimas por la Paz, cuyos integrantes sufrieron hechos de inseguridad y promueven acciones de reinserción social.

“Punto de Paz” es el nombre del restaurante que el pasado sábado 3 de septiembre fue inaugurado en la cárcel de Batán, ubicada en la ciudad bonaerense de Mar del Plata.

Desde esa fecha, las ollas, las sartenes, los cubiertos y el menú son la excusa para apostar a la reinserción social de los internos, como un paso necesario para que puedan generar sus propios recursos y el día de mañana puedan rencausar sus vidas fuera de los muros. En definitiva, para lograr una “restauración”, como ellos denominan a este proceso.

La iniciativa fue impulsada por la cooperativa de trabajo Liberté, que es conformada por internos del penal, y la organización Víctimas por la Paz, cuyos integrantes sufrieron hechos de inseguridad, pero promueven acciones de reinserción social en lugar de reclamar un endurecimiento de la ley, como respuesta a esta problemática. 
 
Un dato curioso es que los alimentos y bebidas son provistos por un supermercado que los internos montaron en el penal. A su vez, el mobiliario y menaje del restaurante fue donado por la escribana Diana Márquez, quien es coordinadora de Víctimas por la Paz y socia de la cooperativa Liberté. Ambas agrupaciones promueven, desde 2016, diferentes acciones en conjunto.
 
El presidente de Liberté, Xavier Aguirreal, aseguró: “La inauguración de este lugar es un resultado importantísimo del trabajo en conjunto con Víctimas por la Paz. Allí, los presos pueden sentarse en una mesa igual que en cualquier restaurante, donde los atiende un mozo que también está privado de su libertad y se ofrecen comidas que las preparamos en una rotisería que desde hace un año funciona en Batán. Ahí pueden pedir una pizza, sorrentinos con salsa o un helado de postre. En definitiva, cosas normales que en la cárcel no existían, pero ahora sí”.
 
Liberté nació en 2014 como un emprendimiento autogestionado que promovía diferentes actividades para la reinserción social de los presos, con el respaldo  de la Federación Argentina de Cooperativas de Crédito (FACCrédito), que la impulsó a seguir el camino cooperativo.
 
Mientras que finalmente pudo constituirse en 2021 como una cooperativa de trabajo con el apoyo de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (CONARCOOP).
 
“Generalmente, la persona que está en la cárcel tiene dos opciones: se convierte en indigente o es mantenida por terceros. Ya que el Estado no provee de lo mínimo e indispensable, como un par de zapatillas, una remera, una frazada, un shampoo, o una maquinita de afeitar. En 2014, me di cuenta que no quería ser mantenido por otras personas ni ser un indigente. Por eso, me propuse crear este emprendimiento para generarnos nuestros propios recursos y tuvimos la suerte que entonces había en Batán un jefe de trabajo con sentido común, que nos apoyó con este proyecto. Al principio éramos 4 trabajando, y al poco tiempo ya éramos 8”, recordó Aguirreal sobre los comienzos de Liberté, que hoy ya cuenta con 200 integrantes y se trata de la primera cooperativa de la región con el 100% del consejo de administración conformado por presidiarios. 
 
Si bien ahora la agrupación recolecta los frutos de ese esfuerzo, Aguirreal aclaró que el camino recorrido no fue fácil, ya que en la sociedad todavía persisten algunos preconceptos sobre el rol que los internos deben cumplir, por lo que tuvieron que sortear varios escollos para seguir adelante con la iniciativa.
 
“Con los primeros ingresos, que obtuvimos a partir de ventas a las visitas que venían a la cárcel, pudimos resolver la falta de algunos recursos. Pero después vino la parte difícil, porque en Argentina la mayoría cree que si los presos trabajamos es para hacer donaciones y no para generar dinero. Muchos penitenciarios además creen que hay que regalarles algo a ellos. Tuvimos que lidiar con todas esas cosas”, lamentó.
 
Entre los múltiples productos que actualmente fabrican, pueden mencionarse jabones ecológicos, porta termos de cuero, bolsos de ecocuero, plantines, huevos orgánicos y artesanías en madera.  Incluso, también instalaron un bar y una especie de huerta.
 
Dentro de poco, podrán comercializar todas sus producciones fuera del penal. Si bien no pueden manejar dinero en efectivo, sí están habilitados a recibir transacciones por medio de una cuenta virtual. 
 
Por otro lado, también dictan distintitas capacitaciones sobre cooperativismo y sistemas de encierro, a las que acuden unos 4.000 alumnos de manera virtual.
 
Para su desarrollo, Liberté contó con el respaldo de la Procuración Penitenciaria, Asociación Pensamiento Penal y el Gobierno bonaerense.