Los líderes del movimiento cooperativo primero debe superar las deficiencias en términos de conducción política para que las dirigencias argentinas pudieran aportar la solución. Opina José Yorg.
Por José Yorg
Una característica de estos tiempos es que las federaciones y confederaciones cooperativas argentinas no son suficientemente movimientistas en el sentido político. Nuestra conclusión respecto a ello lo dejamos en claro: Las dirigencias cooperativas no inciden políticamente, porque faltos de vocación política no tienen otra motivación que lo económico. Evidencian así el vacío de poder político cooperativo, es una característica que los distingue.
Superar el vacío de poder político implica reconocer en primer lugar que esto es así y luego construir el consenso que permita liberar la fuerza política contenida, que le permitan extender su radio de acción benéfica, socialmente hablando, más allá de las funciones económicas a las que está, precisamente, limitada, contenida.
A pesar de que podamos hacer algunas distinciones y que se pueden comprobar entre los distintos tipos de federaciones y confederaciones, la tendencia observable es la siguiente: El poder económico que han logrado no es acompañado de un prestigio político y social que otrora era proverbial. Esto se debe a que éstas están en manos de gerentes no suficientemente identificados con los valores y principios cooperativos, sino más bien con preceptos de eficiencia empresarial capitalista que los limita políticamente.
Hoy pudiéramos afirmar que en la Argentina campea una ausencia de conducción política cooperativa transformadora, carecen de una visión superadora del neoliberalismo, posee sí conducción económica y gremial cooperativa, pero no política estratégica capaz de incidir con potencia en ámbitos de alta decisión. La crisis de conducción política es el fenómeno a indagar, reflexionar y explicar.
Las poblaciones empobrecidas exigen y requieren otro tipo de gobierno y gobernanza, pero para lograrlo se requiere de otra presencia política capaz de hacer razonar a los decisores, convencerlos de la conveniencia del diálogo participativo, fecundo y concreto. Para asumir ese liderazgo desde el movimiento cooperativo antes se debe superar las deficiencias en términos de conducción política para que las dirigencias argentinas pudieran aportar la solución.
El diálogo es un mecanismo útil y conducente a acuerdos benéficos, democráticos, pero no podemos pecar de ingenuos soñadores, pensando y esperando que en esa mesa no esté presente una ley rígida del capitalismo: La ley del más fuerte (Ley del mbareté –en guaraní).
En el siguiente párrafo, extraído del artículo “Hacia una nueva gobernanza: los poderes públicos y el tercer sector. Una relación necesaria pero inexistente” de Verónica Gómez Calvo y de Adela Romero Tarín, nos ilustran con toda contundencia:
“El mercado refleja en realidad, una estructura determinada de relaciones de poder, en las que las agencias estatales asumen la función de hacer cumplir acuerdos y de ejercer como árbitro de disputas, siendo garantes del adecuado funcionamiento de unos mercados que han sido instituidos previamente en relación a los intereses de ciertos grupos con poder de presión (MacEwan, 2001:178). De hecho, el mercado por sí sólo no puede solventar problemas como la pobreza, las desigualdades, la precariedad laboral, la carencia de servicios sanitarios o infraestructuras, etc. porque son problemas que tienen su raíz en unas relaciones de poder que están institucionalizadas y, esto sólo se puede resolver incrementando la participación democrática ciudadana, de manera que se re-equilibren las relaciones de poder”.
Pero, para lograr ese punto, de que “re-equilibren las relaciones de poder” se requiere una fuerza organizada, compacta, direccionada estratégica y tácticamente bajo una conducción política cooperativa.
En aquella mesa de diálogo a la que nos referimos se pone en tensión lo que se denomina “Correlación de fuerzas”. El cooperativismo no posee fuerza política, por tanto, la correlación de fuerzas le es desfavorable, y esta situación es de conocimiento de los poderes fácticos, y actúan en consecuencia.
Nuestra perspectiva se orienta a la formación de una nueva generación dirigencial con nuevas actitudes políticas, con bases y conocimientos científico de la conducción política, ello es necesario para poner en marcha con arte y técnica un direccionamiento político moderno que de por resultado un conjunto político- ideológico e históricamente restaurador y transformador.
Lo repetimos, construir una correlación de fuerzas política favorable cooperativa es imprescindible y urgente. Alertar, estimular, estudiar y colaborar en esa tarea noble y humana está el Foro del poder político cooperativo Latinoamericano.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!
Fuente: Kaos en la red.