Por Roberto Fermín Bertossi
Conforme ratifica el Papa Francisco, en algunos lugares se están desarrollando cooperativas verdes para la explotación de energías renovables que permiten el autoabastecimiento local e incluso la venta de excedentes.
Las cooperativas de energías renovables o basadas en otras tecnologías son una asociación de personas que se proponen autosatisfacer sus necesidades energéticas por medio de una empresa solidaria civil de propiedad compartida, gestionada de forma democrática, sin intermediarios ni fines de lucro.
Estas empresas cooperativas son personas jurídicas privadas no estatales, para generación y distribución de energía. Sus objetivos no se agotan en la autogestión para satisfacer los consumos energéticos de sus asociados, sino que implican también generar ingresos adicionales con la venta de los excedentes de energía, lo que favorece tanto el desarrollo económico personal de sus miembros como el local-regional, dado que abarata el costo energético argentino.
Entonces, democratizar el acceso a energías verdes hace al empoderamiento del consumidor, quien ahora también podría generarla desde su casa, predio o emprendimiento urbano y rural, contribuyendo así con las metas de reducción de emisiones y generación de energía a partir de fuentes renovables.
Conforme ratifica el papa Francisco, en algunos lugares se están desarrollando cooperativas verdes para la explotación de energías renovables que permiten el autoabastecimiento local, e incluso la venta de excedentes.
Nuestro vetusto esquema energético estatal suele mostrarse impotente para regular de modo confiable la prestación de sus servicios (recurrentes cortes, apagones y diversas interrupciones, con gravosas e impunes consecuencias para los usuarios).
Así las cosas, la instancia cooperativa energética local y regional logra una diferencia substancial cuando genera mayor eficacia, responsabilidad, menores costos y fuerte sentido personal para el cuidado de lo que el Papa denomina “la casa común”; ello en un todo conforme al objetivo séptimo (energía asequible y no contaminante) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
En paralelo, entre nosotros, la ley 27.424 de Generación de Energía Eléctrica de Origen Renovable declaró de interés nacional dicha generación, disponiendo en su artículo 1°: “La presente ley tiene por objeto fijar las políticas y establecer las condiciones jurídicas y contractuales para la generación de energía eléctrica de origen renovable por parte de usuarios de la red de distribución, para su autoconsumo, con eventual inyección de excedentes a la red, y establecer la obligación de los prestadores del servicio público de distribución de facilitar dicha inyección, asegurando el libre acceso a la red de distribución, sin perjuicio de las facultades propias de las provincias”.
Todo lo relacionado resplandece en la encíclica Laudato Si, de Francisco, faro ecológico sin parangón, ya conocida en todo el mundo como la “encíclica verde”, en la que se realiza un llamamiento a toda la humanidad para la búsqueda conjunta de un nuevo paradigma de desarrollo sostenible, más justo y solidario, que entre otras transformaciones preste una mayor atención a las demandas y a las respuestas energéticas locales desde una apropiada transferencia de viejos a nuevos paradigmas.
Por último, estas energías cooperativas verdes hacen a elementos claves, como el autoabastecimiento y el cuidado del ambiente, al que dichas cooperativas suman para liberarnos de forma paulatina de dependencias energéticas y déficits ecológicos en orden a lograr una innegociable soberanía energética, lo más verde posible.
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Roberto Fermín Bertossi Experto en Cooperativismo de la Coneau
Fuente: La Voz