Consideradas el tercer motor de la reactivación, junto al sector privado y al Estado, las cooperativas y mutuales tienen un papel protagónico en el desarrollo de las economías sociales y solidarias.
Por Luis Levín
Cooperativismo y mutualismo en Argentina
Las primeras experiencias cooperativas en Argentina se desarrollaron a partir de las últimas décadas del siglo XIX y estaban vinculadas fundamentalmente la entrada masiva de inmigrantes europeos que llegaron a nuestra tierra buscando mejores posibilidades de desarrollo o huyendo de la represión desatada en sus países en contra de los intentos de transformación social, y requeridos por el modelo económico vigente en nuestro país a partir de la organización del Estado argentino.
Ellos aportaron no solo técnicas y procedimientos de trabajo, sino también tradiciones y formas mutuales de organización que introducían ideas de solidaridad y cooperación a través de las instituciones en que se agrupaban por nacionalidad, colectividad, fe religiosa, clase social, oficio o actividad. El Cooperativismo en Argentina viene de la época de Sarmiento quien, en su afán de saber, pudo captar la potencialidad de ideas y teorías como las enunciadas por el inglés Robert Owen o el francés Charles Fourier, precursores del cooperativismo.
El comienzo del Mutualismo por su parte, está ligado a la historia del trabajo y a los sectores de medianos y escasos recursos, quienes acompañando las corrientes inmigratorias y llegados de diferentes países como lo fueron en principio España e Italia, y luego de Francia, Portugal, Alemania y luego otros, se integraban en instituciones mutualistas, para fortalecer sus sentimientos patrióticos, conservar sus tradiciones y protegerse de las enfermedades.
Así nacieron en ciudades y poblados de la Argentina, entidades de “socorros mutuos”, éste fue generalmente el nombre inicial que en muchos casos aún conservan. Simultáneamente con las mutuales de colectividades nacían también las constituidas por trabajadores o empleados de un mismo gremio: ferroviarios, miembros de las Fuerzas Armadas, zapateros, sastres, tipógrafos, empleados administrativos, y otros.
Desde el punto de vista jurídico, en el movimiento cooperativo argentino pueden considerarse dos etapas: una que va desde la aparición de los primeros ensayos de cooperación económica hasta el año 1926, y otra desde ese año hasta el momento actual. La segunda etapa corresponde al período en que las cooperativas deben organizarse y funcionar de acuerdo con las disposiciones de la ley nacional N° 11.388, que establecía los requisitos formales.
Las Cooperativas tienen un modelo de gestión más empresarial pero donde el principio no es la rentabilidad, sino que se centra en las personas. No obstante, una parte de su patrimonio y de su gestión le sigue perteneciendo a los aportes individuales de los asociados por el principio de equidad. Las cooperativas distribuyen los excedentes entre sus asociados, son empresas sociales y fundamentalmente no fugan capitales al exterior, ya que todo lo tienen que reinvertir y así se evita que esa riqueza se vaya del país. Esta naturaleza jurídica y el correspondiente “acto cooperativo” es diferente al acto de comercio y ubica a las cooperativas como un Tertium Genus. Es decir que si bien toma referencias del Código Civil y del Código Comercial conforma una naturaleza jurídica diferente de las asociaciones civiles y de las sociedades comerciales.
Si bien en el siglo XIX había unas 60 formas cooperativas, principalmente de consumo y agrarias, (la referencia más antigua remite a la Asociación Panadería del Pueblo, fundada en Paraná – Entre Ríos en octubre de 1857), el Estado Nacional otorga la primera matrícula al Hogar Obrero en el año 1905 y que sigue vigente. Esta primera experiencia formal comenzó promoviendo barrios populares donde el acceso a la vivienda era por alquiler, no por compra, y el alquiler se fijaba por un porcentaje del salario, y en cada barrio, deviniendo de los principios y valores cooperativos de los Pioneros de Rochdale (Inglaterra, 1844) se construyeron las bibliotecas populares, considerando que los trabajadores debían conocer y apropiarse de sus derechos para poder desarrollarse.
Simultáneamente se desarrollaron también las Cooperativas de consumo que pudiesen intermediar con precio justo, entre el costo del producto y lo que pagaba el consumidor. El ideario entonces establecía que debía haber un principio de equidad en el pago de la vivienda y el acceso a los derechos básicos de los ciudadanos, que no podía ser el mismo para todos porque no todos tenían las mismas posibilidades. De allí salió el primer diputado socialista de la Boca, Don Alfredo Palacios.
En paralelo, el Mutualismo, que es aún más antiguo que el Cooperativismo ya que viene de la época antigua, fue traído con mucha fuerza a la Argentina por los trabajadores inmigrantes y por las comunidades de las distintas regiones. En 1854 se constituyó en Buenos Aires la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos; en 1856, la Sociedad de Socorros Mutuos San Crispín, del gremio del calzado; y en 1858, Unione e Benevolenza, en Buenos Aires. Estas entidades aún subsisten. Una estadística de 1875 señalaba la existencia de 74 mutuales de las cuales 25 habían sido constituidas por italianos, 14 por españoles, 7 por franceses y 3 por suizos.
Las mutuales se constituyen sobre el concepto de Asociación Civil, es decir que los asociados no participan del patrimonio que tienen las mutuales. No hay reparto de excedentes sino capitalización para mejorar los servicios.
La Ley Orgánica de Mutualidades Nº 20.321 expresa en su Art. 2º: «Son Asociaciones Mutuales las constituidas libremente sin fines de lucro por personas inspiradas en la solidaridad, con el objeto de brindarse ayuda recíproca frente a riesgos eventuales o de concurrir a su bienestar material y espiritual, mediante una contribución periódica». El principal objetivo se orienta a atender temas de salud, de seguros como en los casos de accidentes o muerte, sepelios, turismo, vivienda y servicios básicos para la comunidad, de manera que se mantuviera protegidos a sus asociados.
Actualmente en Argentina, 28 millones de personas en el país están asociados a alguna cooperativa o mutual con un total de 11.657 instituciones que generan alrededor de 227.086 puestos de trabajo. El 89% de los departamentos o partidos del territorio nacional tienen por lo menos una entidad cooperativa o mutual dando cuenta de su importancia, en particular en las economías regionales.
La Educación en el Movimiento Cooperativo y Mutual
Quienes controlan a las Cooperativas y Mutuales en las Provincias son los Órganos Locales Competentes mediante una Delegación del INAES (Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social), un ente autárquico nacional que tiene cogestión entre el estado y representantes del cooperativismo y del mutualismo.
Hay un área específica dedicada al tema Capacitación para promover y ordenar la oferta que reciben las cooperativas. A su vez la Ley de Cooperativas N° 20.337 establece la obligatoriedad de que las cooperativas constituyan una reserva del 5% de los excedentes de cada ejercicio para ser destinado a Educación Cooperativa.
Hay que reconocer que muchas veces los profesionales de las ciencias económicas y jurídicas no reciben la formación para acompañar estos modelos de empresas sociales. Pasa lo mismo con los especialistas en comercialización, recursos humanos, entre otros. De ahí que se necesite toda una formación de los profesionales y técnicos que tratamos de trabajarlo hoy con la OIT, en lo que hace a certificación de competencias profesionales.
Por otro lado, está la necesidad de capacitar a quienes participan de una cooperativa de trabajo produciendo o en una cooperativa de servicios siendo empleados que son la cara visible de la entidad. Entonces surgen dos preguntas claves: ¿cuál es el grado de interacción que tiene que haber entre la dirigencia que está involucrada en la conducción con las personas que intervienen en los procesos de producción de bienes y servicios para poder entender la diferencia del modelo de empresa social y hacia dónde dirigir el desarrollo del potencial humano? y ¿cómo se generan los procesos de innovación y de desarrollo dentro de lo que es esta filosofía dentro de un mercado competitivo que requiere prestaciones de calidad y de competitividad? Estos son grandes espacios que someten a las Cooperativas y Mutuales a tensiones constantes.
El otro gran Universo a prestar mucha atención en ambos tipos de entidades son los asociados. No son “clientes” ocasionales sino la razón misma de la existencia de la organización. Actualmente, en las cooperativas de servicios públicos, se está promoviendo la membresía compartida, que podría ser indistintamente el hombre o la mujer si hay una reforma estatutaria para permitir también después el acceso en los procesos de conducción a la mujer y eventualmente también a los jóvenes Asociarse y recibir beneficios de la Cooperativa es relativamente fácil de hacer y entender. Pero muchos desconocen cuáles son sus derechos y obligaciones para con la entidad, ni siquiera conocen el Estatuto. Esto también ocurre en el sector mutual.
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Cooperativas y Mutuales en números en Argentina en la actualidad
Actualmente, existen en nuestro país 8.618 cooperativas y 3.039 mutuales (reempadronamiento INAES, 2019). Un total de 27,9 millones de personas se encuentran asociadas a cooperativas y/o mutuales. Hay siete cooperativas argentinas entre las 300 más grandes del mundo, según su facturación en dólares en relación al PBI per cápita de cada país: Agricultores Federados Argentinos (116), Grupo Sancor Seguros (121), Banco Credicoop (169), San Cristóbal Seguros (168), Grupo Asegurador La Segunda (199), Cooperativa Obrera (237), Seguros Bernardino Rivadavia (281).
Hoy los nuevos desafíos de la Economía Social están en cómo formar más cooperativistas y mutualistas para promover y mejorar los servicios hacia la comunidad y seguir aportando al desarrollo local preservando el hábitat y el medio ambiente. Más servicios y más oportunidades de trabajo para continuar contribuyendo a un mundo más justo y más solidario.
Fuente: Economía Solidaria.