Plataformas digitales e innovación: desafíos emergentes de un cooperativismo de plataformas

Denise Kasparian
Denise KasparianDocente del Instituto Universitario de la Cooperación (Iucoop) y de la Universidad de Buenos Aires. Investigadora del CONICET con sede en el Instituto de Investigaciones Gino Germani (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires) y del Centro Cultural de la Cooperación.
En nuestra sociedad ha tomado protagonismo un discurso que pondera el ímpetu emprendedor de las personas.
En los últimos años varias nociones propias del cooperativismo y los movimientos de resistencia al capitalismo han sido retomadas por los discursos del emprendedurismo y la innovación.
Nick Srnicek postula que el capitalismo de plataformas se centra en la extracción y el uso de un tipo de materia prima, los datos.
Las plataformas cooperativas se basan en el software libre y en modelos de propiedad y de gestión democráticos e igualitarios.
Por Denise Kasparian

Como parte de procesos globales, pero también de acuerdo con especificidades regionales y locales, en nuestra sociedad ha tomado protagonismo un discurso que pondera el ímpetu emprendedor de las personas. Según sus predicadores/as, este espíritu se trataría de una aptitud individual que se constituye en factor decisivo de la innovación. Desde esta perspectiva, la innovación podría equipararse a los cambios en las tecnologías digitales. Basta recorrer artículos en medios de comunicación o prestar atención a campañas publicitarias para empaparse de las historias de éxito individual detrás de start-ups, apps y demás soluciones digitales a necesidades y deseos de los más variados.  

Existen críticas a esta visión del mundo que no nos resultan novedosas. Sabemos que la capacidad de emprender depende de múltiples variables sociales, culturales, económicas y políticas. También que, en todo caso, la proactividad individual requiere de políticas públicas que la apoyen y sostengan. Tampoco es un hecho desconocido que la innovación y el crecimiento orientados al buen vivir de las mayorías depende de la consolidación de un sistema científico-tecnológico y universitario nacional, más que de voluntades emprendedoras.

Un rol protagónico de la economía social

Ahora bien, en los últimos años varias nociones propias del cooperativismo y los movimientos de resistencia al capitalismo han sido retomadas por los discursos del emprendedurismo y la innovación. En su libro Lo tuyo es mío, Tom Slee demuestra que detrás de las ideas de colaboración, sustentabilidad y comunidad, así como de la promesa de convertirnos en microemprendedores/as con control sobre nuestras vidas, asoma un capitalismo más avasallante que nunca. En este marco, el cooperativismo y la economía social y solidaria deben asumir un rol protagónico, (re)creando discursos y prácticas alternativas, como siempre lo han hecho.    

Genéricamente, una innovación refiere a un proceso de cambio que introduce novedades. Frente a las crisis del capitalismo, las experiencias del cooperativismo y la economía social, solidaria y popular de los dos últimos siglos han configurado, en muchos casos, resistencias orientadas a la construcción de alternativas tanto económicas como sociales, políticas y culturales. En suma, han generado continuas experimentaciones de cambio social, es decir, innovaciones. No se ha tratado de transformaciones producidas por impulsos individuales, emprendedores o filantrópicos destinados al mercado, sino de innovaciones colectivas nacidas de luchas sociales. 

A nivel global, asistimos a la emergencia de las plataformas. Éstas son infraestructuras digitales que permiten la interacción entre distintos grupos de usuarios/as. Nick Srnicek postula que el capitalismo de plataformas se centra en la extracción y el uso de un tipo de materia prima, los datos, cuya fuente natural son las actividades de los usuarios/as en tales entornos digitales. Dentro de este tipo de empresas encontramos desde los cuatro gigantes tecnológicos (Google, Amazon, Facebook y Apple) hasta start-ups como Airbnb y Uber, pasando por empresas líderes industriales y agrícolas. Los últimos datos disponibles, producidos por CIPPEC, BID Lab y la OIT señalaban que en el 2018 las plataformas digitales ocupaban a 160.000 trabajadores en la Argentina.

Estas reconfiguraciones del capitalismo plantean renovados desafíos para el campo del cooperativismo y de la economía social y solidaria. Bajo el manto del discurso del emprendedurismo y la innovación, las plataformas avanzan sobre derechos laborales, consolidan monopolios y ponen en jaque la seguridad de nuestros datos. Al presentarse como meras intermediadoras entre usuarios/as, varias de ellas basan su modelo de negocios en la precarización del trabajo y el incumplimiento de legislaciones nacionales.

Cooperativismo de plataformas

Frente a esto, el cooperativismo de plataformas es un movimiento cada vez más potente a nivel mundial. Las plataformas cooperativas se basan en el software libre y en modelos de propiedad y de gestión democráticos e igualitarios. Por esto, tal como afirma Trebor Scholz –uno de sus promotores–, se trataría de plataformas orientadas al beneficio de muchos/as –y no de unos/as pocos/as– que serían capaces de reformular los conceptos de innovación y eficiencia. ¿Cómo diseñar tecnologías de distribución y comercialización de productos y servicios de la economía social que no reproduzcan sin más las infraestructuras conocidas? ¿Qué modos organizativos pueden asegurar la participación democrática de la diversidad de usuarios/as que integran las plataformas? ¿De qué formas el cooperativismo puede poner en valor sus idearios y prácticas en plataformas innovadoras que sean eficientes en términos de generar mayores grados de igualdad, justicia social y solidaridad en nuestra sociedad? Éstos, entre algunos otros, representan los desafíos emergentes del cooperativismo de plataformas.

Fuente: Ansol.