Por Pablo Imen
La humanidad asiste a un fenómeno inédito pero, si se mira con detenimiento, para nada inesperado. Es que el proyecto civilizatorio neoliberal venía anunciando ya una crisis orgánica y multidimensional. Se vive una crisis ecológica por un modelo de desarrollo que depredó crecientemente la vida en el planeta. En el plano económico-social, organizaciones como OXFAM – en enero de 2020- han denunciado que los 2153 milmillonarios más ricos tienen la misma riqueza que el 60 por ciento de la población mundial, es decir, 4600 millones de habitantes. En América Latina y el Caribe el 20 por ciento de la población económicamente activa concentra el 83 por ciento de la riqueza mientras que 66 millones de personas vive en condiciones de pobreza extrema.
En ese marco, la batalla por las ideas parece volver a expresarse como el principal conflicto de época: de la conciencia generalizada de otro mundo, saldrá la superación del escenario actual de exclusivismo y exclusión para dar curso a unas relaciones sociales basadas en principios muy diferentes. El cooperativismo entendido como práctica social e histórica, como identidad, como forma organizacional democrática y eficaz, como cultura, como posición ético política, como proyecto civilizatorio tiene mucho que aportar a la reinvención de una humanidad más justa.
Nuestro proyecto institucional y pedagógico se enmarca en ese horizonte cultural y político. Intentamos construir una propuesta que contribuya a una educación de inspiración emancipadora. De esa convicción hemos generado caminos y relaciones para construir nuestras líneas de trabajo – en formación, en investigación, en vinculación con las organizaciones y los contextos. Tales vinculaciones apelan al diálogo con los espacios productivos, culturales o académicos del mundo de la economía basada en los valores de la cooperación en sus diferentes variantes. Muchos de nuestras iniciativas nacen del intercambio con cooperativas y con docentes, alimentando así una relación virtuosa entre la vida real, sus actores y actoras y nuestras propuestas académicas y de investigación. Dichas propuestas tienen como objetivo ser relevantes para las organizaciones sociales y para las instituciones educativas, dar herramientas para el conocer, el sentir, el pensar y el hacer, apuntando a formar personas y colectivos comprometidos con un proyecto compartido de presente y de porvenir. Nuestro enfoque supone superar la escisión entre teoría y práctica, así como la mirada fragmentada sobre la realidad, apostando a una educación integral. En nuestra perspectiva, la formación reconoce los múltiples saberes de quienes integran el espacio pedagógico y los aprendizajes que propiciamos incluyen, pero superan la apropiación del conocimiento.
Nuestro Instituto Universitario de la Cooperación, primera universidad promovida desde el movimiento cooperativo, se propone contribuir a la formación –y muy especialmente a la formación de formadores/as- para multiplicar la acción común que habilite la construcción de nuevas sociedades haciendo propia la apuesta de Paulo Freire: “La educación no cambia al mundo, pero cambia a las personas que transformarán el mundo”. En eso estamos.
Fuente: Ansol.