Las premisas del capitalismo, democracia y prosperidad para el mundo, no se alcanzaron, el fin de esa ficción es ya una realidad concreta.
Por José Yorg
Hoy, ese sistema, de la oferta y demanda, del mercado, ejemplo de ficción de la pseudociencia económica capitalista, al igual que las ficciones jurídicas, ficciones políticas, en fin, la ficción democrática liberal quebró la solvencia de los bolsillos de millones y millones de seres humanos, de carne y huesos, así, de ese modo, el mundo se enfrenta a una etapa de crisis del capitalismo, en su última etapa: la financiera.
Sin embargo, se debe admitir que, por más reprochable que sea el capitalismo expoliador y su correspondiente repugnancia social por su inmoralidad y malicia debido a como está organizada para extraer ganancias y despojar capacidad de ahorro en el trabajador, ahora extensible a los profesionales universitarios (precariados), sumado a su imposibilidad de detener o atenuar su derrumbe final, el capitalismo resistirá su bancarrota (por ahora, claro).
Así se comprende que la única respuesta a las demandas sociales y económicas, cercana a sus manos de los diversos gobiernos, es la represión como elemento disciplinador tendiente a que “voluntariamente” las masas agredidas, acepten el nuevo orden dictatorial.
Es casi imposible no hablar del impacto devastador socio-económico, pero fundamentalmente en el campo de la salud pública, la aparición del coronavirus, y es, precisamente, en este escenario generado por la pandemia, en que esas actitudes agresivas gubernamentales se desarrollan en todas formas y maneras.
En vez de consultas sectoriales, y por qué no, consultas populares, se imponen criterios patriarcales, no se escucha aquella consigna de Perón “Mandar es obligar, gobernar es persuadir. Y al hombre es mejor persuadirlo que obligarlo”.
Se podría, entonces, afirmar que el capitalismo financiero entró en un proceso de descomposición, se encuentra en un callejón sin salida. Las premisas del capitalismo, democracia y prosperidad para el mundo, no se alcanzaron, el fin de esa ficción es ya una realidad concreta.
Democracia cooperativa.
El cooperativismo es la forma más avanzada de organización democrática, allí reside su ejemplar método digno a ser imitado en la restauración de la democracia global.
Su democracia es directa en la elección de los Consejeros que conducen la cooperativa a partir de exponer el plan de desarrollo en la soberana Asamblea, máxima autoridad. Los mandatos, por cierto, son revocables en cualquier tiempo. Supremacía de la persona y subyugación del capital, un hombre, un voto. Estos mínimos aspectos cargados de virtud social, de entre tantos otros, nos llevan, sin embargo, a interrogar ¿Nacerá entonces la democracia cooperativa en el mundo?
En el año de 1980 la Revista de Idelcoop, en su volumen 7 - Nº 26, correspondiente al capítulo de Historia y Doctrina, el economista argentino Dr. Julio C. Gambina, afirmó: “La experiencia histórica nos permite concluir que: No hay peor enemigo de la democracia que el que ésta sea teórica. ¡Hay que practicarla!”.
Acerca de la democracia, el principio de Control Democrático la Alianza Cooperativa Internacional-ACI-estableció: “Las cooperativas son organizaciones democráticamente administradas por sus asociados, quienes participan activamente en la fijación de políticas y en la toma de decisiones. Los hombres y mujeres elegidas como representantes son responsables ante los asociados”.
Así puestas las cosas, la democracia cooperativa no sólo es compatible consigo misma sino también con los anhelos democráticos de la inmensa mayoría de la sociedad, puesto que se trata de un comportamiento equitativo y amigable en los campos económico y social.
Las cooperativas como empresas, estructuralmente hablando, están diseñadas para ser administradas y gestionadas bajo valores y principios altamente democráticos, ello, claro está, no escapan a la nefasta influencia capitalista con sus vicios de la personalidad, como la corrupción, el elitismo, el sectarismo. Queda claro también que es la influencia capitalista la que destruye todo lo bonito de un modelo de organización profunda y genuinamente democrático.
También algunos trasnochados plantean que esos valores y principios muchas veces son impedimentos para el desarrollo empresarial cooperativo, sin embargo, nada dicen de las empresas capitalistas que “venden humo” como las famosas “burbujas inmobiliarias”, o los supermercados que venden mercaderías vencidas, a ellas nada reprochan. Aquí también se constata el fin de la ficción de la democracia liberal.
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Como fuere, podemos afirmar que la participación de los asociados es la parte más democrática dado que es la esencia de la organización cooperativa, y esto es incuestionable por su poderosa virtud social.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!