Ante la necesidad de profundizar la conectividad

Las tecnologías digitales están transformando el escenario laboral. Hoy día una oficina puede ser completamente virtual teniendo solamente un domicilio para recibir cierta documentación legal. Hay trabajos que han desaparecido, otros que desaparecerán y otros nuevos que surgirán.

La producción masiva de datos, la capacidad de procesarlos e interpretarlos junto con el abordaje físico, intelectual y colaborativo agregarán flexibilidad al trabajo y masificarán la combinación del trabajo humano y digital, a toda hora y en todo lugar.

Este proceso impactará en todos los tipos de empleos, inclusive en aquellas actividades que hasta el momento se consideraban indelegables por parte de los seres humanos.

Trabajadores manuales, calificados, creativos o no, todos serán afectados en mayor o menor medida. Se prevé un cambio radical en el tipo de tareas ejecutadas por los distintos trabajadores y la manera óptima de combinar talentos por parte de las empresas.

Embarcarse de manera exitosa en la era digital requiere cambios en diferentes dimensiones: como el talento, los roles de los empleados y líderes en la organización, la acción del gobierno y hasta la cultura de la sociedad. Será clave alinear las estrategias digitales, desde emplear las herramientas adecuadas y contar con el talento correcto, hasta reformar la capacidad de liderazgo que entienda los desafíos de la era digital.

La transformación digital creará, potenciará y modificará algunas ocupaciones existentes, aumentando la importancia de los aspectos más humanos del trabajo como las habilidades interpersonales, el liderazgo y planeamiento, la creatividad y el razonamiento analítico complejo.

Los trabajadores mejor posicionados serán aquellos que cuenten con una educación, especialización y experiencia complementarias con el uso de las nuevas tecnologías. Por el contrario, con alto potencial para ser automatizados, se encuentran los trabajos de menor complejidad, estructurados, rutinarios, repetitivos y predecibles. Tampoco puede desestimarse la capacidad adaptativa del hombre.

La tecnología, tarde o temprano, asumirá las tareas “robotizables” de nuestros trabajos, pero también abrirá espacio para cambios cualitativos en las ocupaciones. Seguramente empezarán a mostrar una más activa “colaboración” y sinergia entre la rutina de la máquina y las habilidades más humanas.

La era digital impone desafíos a todos los actores económicos: a los trabajadores y empresas, al Gobierno y a las instituciones educativas. En este marco, el movimiento cooperativo, ante todo en el Interior profundo, dispone de una ventaja significativa, ya que en muchos lugares fue el pionero en prestar el servicio de Internet y más adelante lograr realizar la infraestructura de fibra óptica en pueblos y ciudades, dando así una competitividad importante en relación a las grandes ciudades.

En nuestro país particularmente, la tecnología -y el cambio cultural que viene con ella- demora más que en los países desarrollados, pero es un cambio que tarde o temprano nos afectará a todos. En este escenario, las cooperativas como actores socioeconómicos de cada una de las regiones donde se desenvuelven, deben tomar la posta para lograr la inclusión digital de sus asociados.

Debemos poner énfasis y comprender que conectarse a Internet simula conectarse a la red eléctrica en las primeras décadas del siglo XX.

En tal sentido, brindar conexión a Internet banda ancha es un buen punto de partida. Pues en las grandes ciudades, los niños llevan alguna ventaja respecto de los niños del Interior donde acceder a Internet es al menos limitado. Si no equiparamos rápidamente este beneficio de aprender el “oficio” de las herramientas que ofrece la red, habrá una importante brecha tecnológica entre y quienes sí y quiénes no.

Algo queda claro a esta altura, o competimos contra la tecnología o compartimos con la tecnología. Competir contra no nos conducirá a ningún lado, sino que con el tiempo chocaremos con la realidad.

Otros jugadores que deben preocuparse por lo que se viene son los gremios. Pues, al generarse nuevo tipo de empleos seguramente surgirán nuevos gremios, pero aquellos tendientes a desaparecer ciertos puestos de trabajo, están obligados a formar a sus afiliados para adaptarse al cambio.

Las cooperativas por su rol social no pueden darse el lujo que sus asociados queden “fuera del sistema”. Deben intentar en la medida de su alcance y por todos los medios posibles capacitar a toda la comunidad en todos los niveles para afrontar el cambio.

En muchas provincias, ha sido el cooperativismo quién logró durante muchos años satisfacer las necesidades de las comunidades, y es, el sector de la conectividad, una de las necesidades más importantes del nuevo siglo, ya que en ella se hermana el progreso social, económico y laboral de los tiempos que corren. Las empresas cooperativas han avanzado en mayor o menor medida, pero no pueden quedarse en el tiempo, eso haría correr el riesgo de progreso del movimiento y de sus asociados.