Excedente no es ganancia

Ante la propuesta del gobierno de Cambiemos para realizar una reforma impositiva (tan necesaria para mejorar la competivividad de nuestro país) y considerando que esta reforma pretende gravar a las cooperativas en el impuesto a las ganancias, cabe aclarar el concepto del acto cooperativo para que los legisladores puedan entender por qué una cooperativa no debe ser tratada como una sociedad comercial, pues su escencia es la prestación de un servicio y no la búsqueda del lucro.

 
Para ello es necesario entender la génesis del Acto Cooperativo: cualquiera fuere la especie societaria que se considere, el acto colegial de la Asamblea importa una deliberación, porque de allí sus integrantes consideran atentamente pro y contra de los motivos de una decisiónantes de adoptarla. Es que la asamblea es el órgano supremo de todo ente societario y por ende tiene por obligación fijar la voluntad del “colectivo” en relación a terceros o para sí mismo. En las sociedades comerciales la igualdad de los socios no es común, porque el poder de cada uno está dado por el capital que comprometió en la empresa.

En las cooperativas la deliberación transita por carriles absolutamente distintos. Naturalmente hay divergencias entre los asambleístas que se resuelven por mayoría de votos, pero no hay intereses en el sentido de las sociedades comerciales.

La razón es que cada asociado dispone de un solo voto, cualquiera fuere su capital. Por otra parte, ese capital no produce ganancia alguna para su titular, porque la cooperativa solo persigue brindar servicios y no lucro. Estas características explican que la legislación cooperativa no prevea cláusulas leoninas, porque no puede haberlas dada la escencial igualdad entre los miembros.

En las sociedades comerciales el protagonista es el capital, en las cooperativas el asociado. Esto determina que en las primeras la mayoría en las asambleas se forme en relación con el dinero y en la segunda con las personas. El contenido de las deliberaciones para regular los derechos e intereses en las sociedades comerciales es un reparto: ellos deciden cómo cada uno se llevará lo que han puesto los terceros (clientes) que no es otra cosa que la ganancia.
 
En las cooperativas el contenido de las deliberaciones se refiere a cómo se ejecutará el servicio que constituye su objeto y es su causa. Las cooperativas nada reparten, pues no hay nada que repartír. En todo caso, existe un “error de cálculo”, llamado técnicamente excedente o pérdida, que implica que cada a cada asociado se le devuelva lo que puso de más o ponga lo que hace falta para cubrir los costos.
Por último, es necesario comprender que el acto cooperativo es un acto unilateral, ya que para que exista acto cooperativo antes tuvo que existir una asamblea que decidió cómo se va a prestar el servicio, y el asociado necesariamente es parte de esa asamblea. Es decir, la asamblea de una cooperativa define cómo será el trato con el asociado (consigo mismo) mientras que la asamblea de una sociedad comercial define cómo será el contrato con los terceros (con los clientes).

Veamos un ejemplo simple: diez personas que se reúnen para comer un asado. Cada una de las personas aporta una suma de dinero para comprar los productos y al finalizar el asado se hace la cuenta. Se devuelve a cada participante lo que puso de más o se le cobra lo que falta para cubrir el costo. Esto es un acto cooperativo, puesto a que nadie está lucrando con el acto sino que se coopera para alcanzar un objetivo.

Está claro que no hay ganancia ya que si sobró dinero (error de cálculo), fue reintegrado a los participantes. Esta diferencia explicada así de claro se aplica a las cooperativas.

Por eso pedimos a nuestros representantes (diputados y senadores) que ponderen a la hora de debatir que las cooperativas no persiguen el lucro, por lo que sería una injusticia y una aberración jurídica gravarlas con el impuesto a las ganancias.

Claro está que hay “lobos disfrazados” de cooperativistas que utilizan esta figura jurídica para no pagar ganancias que se reparten entre unos pocos “dueños”. Pero no por ello deben pagar las cooperativas que funcionan honestamente. Muchas de ellas conformadas desde hace años y que tanto aportan al desarrollo (sobre todo del interior) de nuestro país como es el caso del cooperativismo de Servicios Públicos, que durante los años de tarifa congelada, donde las empresas privatizadas entraron en crisis estructural, las distribuidoras cooperativas siguieron brindando un servicio óptimo en sus localidades, hecho facilmente comprobable.
 
Para ello, es necesario mejorar los controles y diferenciar este tipo de “empresas disfrazadas” de cooperativas reales que funcionan en base a principios y valores que componen una sociedad cooperativa. No se puede mezclar un grupo de personas que se juntan para autoprestarse un servicio, de otro grupo que se juntan para prestarles servicios o vender sus productos a otras personas (clientes), a cambio obtener lucro. 
 
Las empresas que denuncian falta de competitividad respecto de las cooperativas tienen una solución posible: convertirse en cooperativas permitiendo a todos sus usuario (potenciales asociados) tomar decisiones en conjunto para encontrar “el precio justo”. A modo de ejemplo, dejar que los usuarios del servicio de telefonía celular puedan decidir cuanto quieren pagar por el servicio que se autopresten.

Nuestros representantes deben impedir que se avance sobre el modelo cooperativo con propuestas que no sólo lo desdibujan, sino que atacan su esencia impidiendo que
aporte a nuestra sociedad los ejemplos de igualdad, justicia, democracia y solidardad que lo caracterizan y que tanto necesita nuesta gente en este especial y difícil momento.

No será posible desarrollar un movimiento cooperativo genuino y sustentable si nuestros gobernantes no comprenden qué es una cooperativa y cual es su filosofía. Debemos encontrar la manera de mejorar la competitivdad reformulando nuestro sistema tributario, eso está mas que claro, pero no por ello, podemos castigar a quienes vienen trabajando dentro del marco de la Ley vigente, en cambio, es hora de hacer cumplir la Ley y mejorando los controles.